Director: Valerio Zurlini
Nacionalidad: Italia

Año: 1961
Valerio Zurlini nos sumerge en esta historia de romances imposibles en la que seguimos las andanzas de Aida (encarnada por mi actriz favorita, la única e irrepetible Claudia Cardinale) una bailarina que después de dejar a su novio por un adinerado aristócrata, acaba siendo abandonada por este, viéndose sola y sin rumbo en una ciudad desconocida. pero Aida no desiste y tras buscar al aristócrata, se topa con Lorenzo (Jaques Perrin) el hermano pequeño adolescente del tipejo que la ha plantado, quién hechizado por la belleza de la mujer e intoxicado por los traicioneros influjos del amor, se convierte sin pensarlo dos veces, en su mecenas y mayor protector.
Zurlini logra que nos posicionemos en el lugar del protagonista, sintiendo su intoxicación amorosa, pero también su sufrimiento y desvelos hacia la protagonista.
A través de cómplices miradas, susurros, gestos y reproches, la historia va trazando una fábula romántica carente de esperanza, en un bello lienzo fílmico en el que cada nuevo visionado se descubre algo nuevo, en el que los certeros trazos de la angustia y la desesperanza de sus personajes nos brindan una bella puesta en escena cargada de poesía visual para regalarnos una pequeña obra maestra que nos recuerda lo grande que es el cine…